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Note©
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Durante toda mi vida como diseñadora he tenido un dogma muy claro. Los diseñadores no somos artistas o eso creía hasta no hace mucho. Supongo que cruzar la barrera de los 30 hace que los dogmas se vayan haciendo añicos.
Pensaba que el trabajo de un diseñador debía de ser fácil de interpretar y por supuesto atender a una función, forma... mientras que el del artista era subjetivo, crítico, pasional...
Es un poco lo que todos pensamos al respecto y quizás sea lo que crees a día de hoy. O al menos es a lo que a todos nos gusta escuchar:
Una obra de arte puede evocar un sentimiento diferente para ti que para mí. Pero, como la mayoría de las "verdades universales", he aprendido que todo no es blanco o negro (cosas de la edad). Como en todo, hay matices.
No todos los diseñadores son artistas. De hecho, la mayoría de los diseñadores no son artistas y eso es perfectamente lícito. Pero los mejores diseñadores sí son artistas. Y ésa es la gran diferencia. Para los diseñadores con más talento y éxito en el sector, el arte es el ingrediente secreto que lleva su trabajo al siguiente nivel. ¿O acaso Javier Mariscal es sólo un diseñador?
El arte es ese pequeño extra.
El arte es la personalidad infundida en una pieza de diseño o comunicación.
El arte es lo que marca la diferencia.
Un ejemplo:
Supongamos que el diseño no tiene nada que ver con el arte. Supongamos que es totalmente objetivo y que todo el mundo, con el proceso adecuado, puede reproducir. Dentro de este sistema, supongamos que hay tres diseñadores. Los tres diseñadores están en el top del "ranking". A los tres diseñadores se les pide que resuelvan el mismo problema, independientemente unos de otros. Todos dan lo mejor de sí mismos, creando una solución objetiva a un problema singular.
Al final, tenemos tres diseños que resuelven el problema igual de bien que los otros dos. Pero sólo uno de ellos gana. Sólo una solución hace que tu corazón salte más alto, aunque no seas capaz de explicar por qué. Ese "por qué" que no puedes explicar es el arte del que hablo.
En el fondo, todos somos artistas. Y los mejores diseñadores infunden un poco de arte en sus diseños. Es cuando tú, tu carácter, las experiencias de tu vida y tu propio gusto se infunden en tu trabajo. Cuando era estudiante en la escuela, nos decían que nunca debíamos de dejar que nuestra personalidad se filtrase en nuestro trabajo. Que debías seguir el proceso más objetivo a la hora de diseñar.
Pero hoy digo que es mentira. No sólo que es mentira, sino peor aún, es pretencioso.
Sencillamente, no hay forma de ignorar tus propios sentimientos personales, tu experiencia, tu carácter y tu gusto a la hora de diseñar. Y los mejores diseñadores lo aprovechan. No sólo porque lo han aceptado, sino porque saben que esto es lo que marca la diferencia. Para los demás y para nosotros mismos. Es el pequeño significado que inyectamos a nuestro trabajo. Es lo que nos hace seguir diseñando y creando. Es esa sensación de magia que a los demás les encanta, pero nadie acaba de entender.
Los mejores diseñadores SI son artistas.
Una obra de arte puede evocar un sentimiento diferente para ti que para mí. Pero, como la mayoría de las "verdades universales", he aprendido que todo no es blanco o negro (cosas de la edad). Como en todo, hay matices.
No todos los diseñadores son artistas. De hecho, la mayoría de los diseñadores no son artistas y eso es perfectamente lícito. Pero los mejores diseñadores sí son artistas. Y ésa es la gran diferencia. Para los diseñadores con más talento y éxito en el sector, el arte es el ingrediente secreto que lleva su trabajo al siguiente nivel. ¿O acaso Javier Mariscal es sólo un diseñador?
El arte es ese pequeño extra.
El arte es la personalidad infundida en una pieza de diseño o comunicación.
El arte es lo que marca la diferencia.
Un ejemplo:
Supongamos que el diseño no tiene nada que ver con el arte. Supongamos que es totalmente objetivo y que todo el mundo, con el proceso adecuado, puede reproducir. Dentro de este sistema, supongamos que hay tres diseñadores. Los tres diseñadores están en el top del "ranking". A los tres diseñadores se les pide que resuelvan el mismo problema, independientemente unos de otros. Todos dan lo mejor de sí mismos, creando una solución objetiva a un problema singular.
Al final, tenemos tres diseños que resuelven el problema igual de bien que los otros dos. Pero sólo uno de ellos gana. Sólo una solución hace que tu corazón salte más alto, aunque no seas capaz de explicar por qué. Ese "por qué" que no puedes explicar es el arte del que hablo.
En el fondo, todos somos artistas. Y los mejores diseñadores infunden un poco de arte en sus diseños. Es cuando tú, tu carácter, las experiencias de tu vida y tu propio gusto se infunden en tu trabajo. Cuando era estudiante en la escuela, nos decían que nunca debíamos de dejar que nuestra personalidad se filtrase en nuestro trabajo. Que debías seguir el proceso más objetivo a la hora de diseñar.
Pero hoy digo que es mentira. No sólo que es mentira, sino peor aún, es pretencioso.
Sencillamente, no hay forma de ignorar tus propios sentimientos personales, tu experiencia, tu carácter y tu gusto a la hora de diseñar. Y los mejores diseñadores lo aprovechan. No sólo porque lo han aceptado, sino porque saben que esto es lo que marca la diferencia. Para los demás y para nosotros mismos. Es el pequeño significado que inyectamos a nuestro trabajo. Es lo que nos hace seguir diseñando y creando. Es esa sensación de magia que a los demás les encanta, pero nadie acaba de entender.
Los mejores diseñadores SI son artistas.
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